Todo empieza con una mirada. Me muerdo
el labio, me coges la mano y de repente mi mente se olvida de cómo se
escriben los poemas. Antes de toda pluma viene la inspiración. Y ahí
estamos los dos, no se como, pero sin ropa. Ya ni se cuanto tiempo
llevaré perdida entre tu piel. Que entre besos y caricias llega la
noche y con ella la intimidad. Por fin se va el sol, la luz...
Deámosle la vuelta al despertador, esto jamás acabará. ¿Cómo
sabremos que acaba si ni siquiera tenemos claro cuándo empezó?
Entre las sábanas jugar al escondite con tu espalda, ganar una
batalla que yo misma comencé. Resbalar y caerse de la cama por culpa
del puto sudor, que nunca deja que disfrutemos a solas. Otra vez.
Nosotros en el suelo abrazos.
"Tu siempre estabas dispuesta. Es domingo por la tarde"