martes, 16 de octubre de 2012

De arena y porcelana

Hai que adaptarse ós tempos que corren e tamén os lugares nos que unha está. Por isto pode que algunhas veces, como agora é o caso, escriba en castelán.

                 Él entró en su vida como quien entra una madrugada de enero por aquella ventana que siempre se te olvida cerrar. Así lo hizo, como una pequeña tormenta inesperada pero tormenta al fin y al cabo. Truenos, relámpagos, lluvia...! pero quienes los vieron también recuerdan el calor que se respiraba entre ellos. Un calor que se acabó convirtiendo en el clima más deseado por los habitantes de aquel lugar.
              A veces hacía sol, otras llovía, pero lo que todos esperaban era que aquella tormenta volviera a cruzar la ventana. Sin duda eran los días más deseados.
             Ella vivía en una pequeña casa, pongamos que de porcelana, y el construyó un castillo de arena para poder ser el apuesto príncipe que siempre triunfa en los cuentos. Sus vidas no eran como las de los demás. ¿Enamorados? Puede que si, aunque jamás se declararon. A ellos nunca le hicieron falta palabras y es por eso que nadie supo como sonaban sus voces. Su melodía favorita era la de los pasos al andar y como aquello no había nada. Tin, tan, tan, tin. Ellos se entendían así y eran felices. ¿Que tenían que opinar los demás? Era su vida y ellos la vivían como querían.

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